"A la hora de hacer un diagrama de la nueva literatura española cabría hacer las siguientes anotaciones:
Es ANTI-romántica,
» -retórica,
» -política,
» -plebeya.
» -patética.
Es PRO-cinema,
» -sport,
» -circo,
» -alegría,
» -juego,
» -pureza,
» -matemática,
» -religiosidad (en muchos casos católica).
Temas de la nueva literatura:
Improbabilidades.
Realismos.
Más o menos inhumana.
Puerilidades poéticas.
Temas escabrosos.
Estilo de la nueva literatura:
Riqueza y precisión idiomática.
Concepto y metáfora, como trampolines esenciales.
Frases punzantes.
Algodón aséptico.
Nada de cloroformo.
Exceso alcohólico.
En cuanto al valor de la nueva literatura cabe hacer varias
consideraciones. En primer lugar es preciso consignar que solo ha sido
aceptada por minorías, mientras que el pueblo en general la desprecia.
Y, sin embargo, gracias a ella se ha producido un fenómeno que no
ocurría desde el siglo XVII: España ha añadido una nota, y con voz
totalmente propia, al concierto literario de las naciones."
Ernesto Giménez Caballero (a través de Buckley y Crispín, en Los vanguardistas españoles (1925-1935)
Giménez Caballero juzga de esta manera la literatura española entre 1918 y 1930, en un artículo publicado en Nueva York en 1934, y con ello nos ofrece una definición de vanguardia.
¿Qué notas podríamos sacar de este planteamiento? ¿Se muestra el articulista a favor o en contra de esta literatura?
En los primeros años del siglo XX se produce una crisis cultural que lleva al rechazo ideológico y estético de la tradición y la Academia. En literatura desaparece el sentido de su función útil para la sociedad, ya por representar de forma fiel la realidad ya por proponer ideales buenos para la humanidad. Los nuevos artistas entienden que el arte no tiene ninguna función que vaya mas allá de su propia existencia, es la teoría de "el arte por el arte" que todavía hoy tiene peso en el mundo cultural de Occidente. Y así lo viene a presentar Giménez Caballero.
Para entender este rechazo radical de toda pretensión ética del arte conviene comprender que la expansión de la economía, y por tanto del mercado, hizo que los objetos artísticos —cuadros o libros— apareciesen como meros objetos de consumo para satisfacer a las clases más acomodadas. Frente a esa mercantilización los artistas se encierran en sí mismos y proponen un arte de difícil acceso para los no entendidos: el arte por el arte.
La mayoría de los escritores rechazan los valores mercantiles de la burguesía y prefieren vivir como malditos, seres aparte cuya única misión es mantener el estandarte del arte incontaminado dando lugar a un inconformismo estético que, algunas veces, simpatiza con el inconformismo político. El poeta maldito se presenta como un rebelde que no admite otras reglas que las de su propio arte.
Este cambio de sensibilidad literaria tendrá su mejor concreción, en el ámbito de la poesía, a través del llamado movimiento simbolista. La nueva escuela poética tiene su núcleo geográfico en Francia y agrupa a poetas de tanta relevancia como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Mallarmé. Posteriormente, surge en este país el término avant-garde (vanguardismo) durante la Primera Guerra Mundial para designar toda una serie de movimientos artísticos que venían produciéndose en Europa desde finales de la primera década del siglo XX.