2.4. Gabriel Miró
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Imagen 10. Autor: Santiago Rusiñol. Dominio público |
"Transpuesto el collado de Almudeles, ofrecíase todo el valle de Posuna, ancho, gozoso de abundancia y de luz; en lo más hondo y llano, por tierras pradeñas y almarjales, pasaba un amplio río, de aguas lentas, calladas y resplandecientes, espejo de chopos y salgueros que, en el confín, se desvanecían entre nieblas azules. El sol se acostaba en la tierna pastura y encima de las frondas, tan frescas, tan viciosas, que daba deseo de abrazarlas, de apretarlas para que se fundiesen en jugos olorosos de vida y beberlos. Estaban las cumbres llenas de claridad y parecían nuevas, jovencitas, y que el cielo bajase a descansar y reclinarse en los montes.
Aunque la senda era ruin, tendíase entonces por suave lisura de la serranía, y los ojos de los viajeros podían descuidarse deslizando la mirada, que se llevaba y expandía el ánimo hasta las alumbradas altitudes o retozaba en las blandas alfombras de los prados.
Creíase Félix henchido de inmensidad y que transpiraba azul y luz de la tarde. Y pensó: "¡Mi pobre carne, hecha de barro, qué bien rezuma el frescor purísimo y delicioso que va recibiendo el alma! ¡Que somos de arcilla!... ¡Oh humana alcarraza, qué llena de goces podrías estar si no te rajasen ni te deshiciesen de seca!"
En su censo de infortunios figura la mutilación de su obra maestra El obispo leproso, publicada en noviembre de 1926, de la que reconoció que quemó 175 páginas en Polop para ajustar su extensión a las limitaciones del editor de Biblioteca Nueva. Para alguien que aseguraba crear con dificultad, el episodio debió ser trágico y solo se le comprende en estado de irritación. Sus biógrafos y estudiosos no consideran que fuera un siniestro ficticio, simulado. La quema la confirmó su hija Clemencia, quien añadió que el fuego consumió, entre otros pasajes, el capítulo de la muerte y entierro del obispo, "que era soberbio". Cuando Jorge Guillén, que lo supo por carta de Miró, contó este desenlace a José
Segín Ruiz-Castillo, hijo del editor, éste quedó desconcertado. "Efectivamente —contestó a Jorge Guillén—, recuerdo que mi padre se lamentó de haber tenido que sugerir a Miró suprimiera algunos pasajes de su novela El obispo leproso para que, aun quedando más larga que las demás, incluso la que le servía de antecedente, Nuestro padre San Daniel, se pudiera conservar el precio de venta por ejemplar establecido para cada uno de los volúmenes de las obras completas del autor".
No obstante, el celo creativo del escritor consiguió que nada se notara, de lo que se jactó en una entrevista publicada en La Gaceta Literaria, en la que aceptó que hubo "tijeretajos" pero en la que retó a descubrirlos: "No hay mutilación alguna —le dijo al entrevistador—. Desafío a usted a que me señale las cicatrices".
Horizontales:
1. Años y ....
2. La novela de mi ...
3. El obispo ...
4. El ...de Sigüenza.
Verticales:
1. Las cerezas del...
2. El ... del rey.
3. Figuras de la ... del Señor.
4. El ... dormido
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