7. Ejercicios resueltos

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Vamos a repasar la unidad a través de algunos ejercicios, partiendo de un fragmento de Juegos de la edad tardía, del escritor extremeño Luis Landero, una de las obras culmen de la literatura española del siglo XX, Premio Nacional de la Crítica en 1989 y Premio Nacional de Literatura del año siguiente.
El fragmento corresponde al inicio del libro, con la presentación del personaje principal, Gregorio Olías, que en su duermevela fantasea con la realidad mezclada con la ficción de una novela y su héroe: la realidad representada por las voces de las mujeres que lo están llamando para ir a ver el desfile del General y la fantasía de un relato de aventuras por él comenzado hace tiempo titulado Vidas salvajes.

Imagen 1. Autor: corsanet. Licencia Creative Commons
"La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin: "¡Levántate, pingüino, que ya se oyen cerca los tambores!", le dijo. Miró el cuarto en penumbra y de inmediato, derrotado por la ilusión de estar soñando la vigilia, volvió a cerrar los ojos "Bah, todavía es tarde para huir", contestó desde la duermevela, y aunque por un momento se consideró a salvo, enseguida adivinó que progresando en el absurdo acabaría encontrando en él las leyes lógicas que lo emparentaban con la realidad. Así que reunió valor para decir, "estoy perdido", y añadió, "perdido en una selva amazónica con una con una caja de zapatos y una navaja múltiple", y otra vez comprendió que estaba levantando un parapeto de urgencia que lo defendiese de las asechanzas del mundo. Pero las palabras debían de haber perdido sus propiedades mágicas. Para confirmarlo, dijo en alto, "penibán", y quedó alerta, escuchando los efectos de tan formidable declaración. No ocurrió nada: ni siquiera las cosas veteranas de siempre, con sus nombres ilustres de siempre, elevaron la más débil protesta contra la irrupción del intruso. Un reloj dio las ocho, y el tiempo amenazó entonces con recuperar su sentido lineal.
Inspirado en el eco de la última campanada, Gregorio se imaginó la agonía de un movimiento originariamente impetuoso. Vio morir las olas contra el faro, la calderilla postrera de una gran fortuna, el suspiro final de un alma apasionada, y no sólo se negó a reconocer en esas visiones los síntomas precursores del presente, sino que retrocedió en el tiempo hasta encontrar a Aquiles detrás de la tortuga, y cuando a punto estaba de proclamar que el mundo era ilusión y sólo ilusión, salió a la realidad con una tragantada de pánico.
Y sin embargo, ¿qué era aquel rumor en desbandada que se oía afuera? Escuchó con tanta atención que no tardó en reconocer los pasos de unas raquetas en la nieve y el aullido de los lobos en un bosque de abetos, y por un instante se llenó con la euforia lúgubre de su mejor héroe de ficción, Luck Turner, protagonista de la novela Vidas salvajes, cuyos datos constaban en los ficheros de las más prestigiosas bibliotecas públicas de la ciudad. Cuando al cabo de mucho tiempo se desvaneciese el recuerdo de aquellos años y floreciese en el país una generación inocente, quizás entonces alguien encontrase un hombre flotando a la deriva de los siglos, no asociado a un crimen, a un capitel o a unas palabras, y ni siquiera a una anécdota, sino simple y mágica partícula en suspensión, tan absurdo y exacto que acaso quedara como cifra de la condición y destino de una época.
Pero no: lo más probable —advirtió, desazonado por la lucidez— es que bastase un débil coletazo municipal para desbaratar aquel tinglado que tanto pudor, vigilia y osadía le había supuesto. Y ya se disponía a regresar al Amazonas, cuando volvió a entrar el mensajero y se detuvo junto a la mesilla de noche. Sintió su aliento en la oreja y oyó decir su nombre, con apremios nasales:
—¡Gregorio, Gregorio, que nos vamos, que te quedas solo, que ya son las ocho, que ya se oyen cerca los tambores!
Recordó entonces que aquel día, 4 de octubre, pasaba el General por la ciudad. En el pasillo, las dos mujeres parecían dispuestas a partir, pero siempre las retenía en la oscuridad un asunto de última hora. "Póngase usted de fiesta, perfúmese, cálcese de lujo, esté ciega y quédese aquí esperando como un pantaruja", dijo una de ellas, difuminándose en la estela de sus propios reproches."

 

 

1. Argumento e interpretación del fragmento.


2. Ejercicios sobre el texto.

a) Cómo se caracterizan los personajes que intervienen.

b) ¿Qué tema se plantea en el fragmento?


3. Gramática. Analiza sintácticamente la siguiente oración:

"Miró el cuarto en penumbra y de inmediato volvió a cerrar los ojos".


4. En el texto hay muchas expresiones referidas al momento del despertar de un sueño. Distingue el significado de estas que te proponemos:
  • Duermevela.
  • Ilusión.
  • Campanada.

 


5. Contenido.
  • Analiza la evolución de la novela posterior a 1936.
  • ¿En qué consisten las innovaciones narrativas de este periodo?
  • Características generales de la narrativa de Luis Landero.