Las plantas desaladoras constituyen una opción para obtener agua potable a partir del agua del mar, si bien se trata de un recurso que constituye un gran gasto energético, y reservado solamente a lugares, como la cuenca mediterránea, donde la disponibilidad de agua potable puede llegar a ser casi nula, en este caso se evitan restricciones y cortes temporales.

España es el quinto país por número de desaladoras en el mundo, con un total superior a las 1000 plantas, que tienen una capacidad de 4 millones de metros cúbicos al día.

El proceso de extracción de sales del agua se realiza mediante ósmosis inversa, tras una limpieza y filtrado de partículas y arena, el agua se somete a una fuerte presión para separar las sales, y posteriormente un tratamiento químico de desinfección y remineralización.

Ventajas de la desalinización

La principal ventaja es la posibilidad de obtener agua potable del mar, un recurso prácticamente ilimitado, y que en lugares de características climáticas de sequía puede constituir la única opción de disponibilidad de agua dulce.

Inconvenientes de la desalinización

Las instalaciones de ósmosis inversa requieren costosas obras de infraestructuras y un gran consumo eléctrico para su funcionamiento, y además tienen una vida limitada.

La localización de las desaladoras genera gran impacto, tanto ambiental como sobre el turismo en las costas en que se sitúan.

Los residuos salinos que se originan en el proceso, la salmuera, han de ser devueltos al mar, pudiendo causar graves daños en las comunidades marinas allí asentadas.