Como a tantos otros, descubrí a Ángel González una tarde de erudición, charla y regalo de libro. Pero yo ya no era el niño que desconfiaba del pariente lejano. Había acabado los estudios de Derecho en la universidad, había cumplido el servicio militar en las milicias universitarias y, ahora, trabajaba de pasante en una pequeña notaría. Ahora paseaba con él por escucharlo, por oír la voz de un alma que vi envejecer "salvando" y hablando de libros. Continuaba paseando con mi tío Pedro por las tardes de aquella capital de provincias. Y oyéndole hablar de Ángel González, enseguida me sentí identificado con la manera de pensar del poeta asturiano. "La superación del pasado es la intención de estos autores de los cincuenta —me comentó—. Todos debemos superar el pasado, Fernando. Todos. Pero ello no debe significar apartarse del compromiso en el ser humano, el lenguaje o la poesía".
¿Ves esa propuesta en este texto?
Ángel González presenta una trayectoria hacia una poesía distinta a la que se venía haciendo en los años cincuenta. Su tono, entre irónico e intimista, acerca al lector a lo cotidiano, "con paciencia, observando a las cosas hasta hallar la menuda diferencia que las separa". Como él mismo dijo no hace mucho en una entrevista, "la ironía para los poetas de mi generación fue un medio de esquivar la censura franquista, pero con el tiempo me di cuenta que la ironía expresa la ambigüedad del mundo, es decir, la ironía te permite decir que sí y que no al mismo tiempo. Me he dado cuenta con el paso del tiempo que la ironía no era únicamente un procedimiento para esquivar a algún censor, sino que era también caja y contenido en el poema, porque el mundo es ambiguo y las cosas son y no son a la vez". El poeta, con un lenguaje sencillo, claro y directo, es capaz de
encontrar la palabra justa, conocida por todos, para identificar
nuestros sentimientos. "Yo siempre soy muy cuidadoso en el uso del lenguaje, utilizo como materia de trabajo el lenguaje coloquial, me gusta la simplicidad, la claridad. Es más difícil escribir con claridad que escribir en la oscuridad como hacen otros poetas, que cultivan el hermetismo, la oscuridad y ni ellos saben lo que quieren decir ni el lector les encuentra un sentido. También es verdad que tiene un valor literario, pero no es la poesía con la que simpatizo desde dentro." (Babab, n. 9, 2001).