Textos científicos, jurídico-administrativos y humanísticos. La oración compuesta (II): Nos acercamos a la ciencia a través de su lenguaje
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Imagen 1. Producción propia |
Ana se ha convertido en una prestigiosa científica y ha decidido unirse a la iniciativa de sus amigas en este taller que han organizado para preuniversitarios. Hoy es su primera clase. Está entusiasmada con la idea de provocar curiosidad en sus alumnos y acercarlos al apasionante mundo de la ciencia.
Ha publicado una buena parte de sus artículos en Argentina, aunque también han sido recogidos en revistas científicas españolas. Al principio —como ella reconoce— le costaba bastante redactarlos. "Lo mío es la ciencia, no la literatura" —solía decir. Sin embargo, ahora ha cambiado de idea. Con el paso del tiempo, ha conseguido ver la estrecha relación que se establece entre el conocimiento científico y la palabra. Así, sus artículos han ido logrando cada vez una mayor calidad.
¿Quieres aprender de su experiencia? Escúchala atentamente:
Todos los que nos dedicamos al mundo de la investigación científica lo hacemos siempre con un objetivo básico y común: la mejora de la calidad de vida. Para el estudio, nos ayudamos de una serie de herramientas y procedimientos que nos proporciona la tecnología. Y es evidente que todos estos conocimientos no son para uso exclusivo de aquel que consigue llegar hasta ellos. Queremos hacer partícipes a todos los seres humanos de los logros conseguidos. ¿Cómo lo hacemos? A través de los textos científicos y técnicos, mediante los cuales informamos sobre todos los progresos.
Como sabéis, en todos los textos se establece un proceso de comunicación en el que intervienen los elementos que son propios de ésta. En nuestro caso en concreto, el emisor es el especialista en la materia que va a tratar; el receptor, por regla general, suele ser también especialista en el tema o al menos una persona interesada en él. En cualquier caso, debemos transmitir un mensaje con la mayor claridad y precisión posibles para asegurarnos de que, efectivamente, éste puede comprender la información. El nivel cultural de la población ha ido aumentando en los últimos años; de esta forma, ha aumentado también considerablemente, el número de receptores de este tipo de textos.
¿Qué canal empleamos para ello? Podemos hacerlo de forma escrita a través de métodos tradicionales (revistas, libros, informes, tesis, monografías...) o valernos de las nuevas tecnologías, especialmente Internet. Por supuesto, otros medios son las charlas, conferencias, clases, ponencias, etcétera. Hemos conseguido aumentar también nuestros seguidores gracias a los medios de comunicación de masas. Seguramente, habréis visto en televisión reportajes relacionados con el Universo, con la naturaleza, el ser humano. Además, cada vez son más los periódicos que incluyen suplementos culturales en los que se publica un buen número de artículos científicos y tecnológicos.
Es evidente —continúa Ana— que necesitamos un código para poder comunicarnos y éste no es otro que la lengua común. Sin embargo, cada ámbito científico posee unos términos específicos de los que iremos hablando a lo largo de este tema y que constituyen lo que podíamos denominar subcódigo de cada una de las especialidades. Son los tecnicismos, palabras con un valor claramente denotativo.
Recordad que empleamos el lenguaje siempre con una función determinada. En nuestro caso, como es lógico, la función predominante es la referencial, puesto que nuestro objetivo es transmitir una información de forma objetiva. Sin embargo, os sorprenderá también comprobar la extraordinaria presencia de la función metalingüística debido a la necesidad continua de explicar el significado de estos tecnicismos de los que acabamos de hablar.
Fijaos, a partir de esta anécdota que os voy a contar, en el particular punto de vista que puede tener cada ciencia. Siempre se ha dicho que la física, la astronomía y las matemáticas son ciencias exactas. Sin embargo, mirad cómo ven las cosas desde distinto punto de vista:
Un físico, un astrónomo y un matemático están de vacaciones en Escocia. Al echar una ojeada por la ventanilla del tren, vieron una oveja negra en medio del campo. «¡Qué interesante!», observó el astrónomo, «todas las ovejas escocesas son negras». A lo que respondió el físico, «¡No, no! ¡Algunas ovejas escocesas son negras!». El matemático alzó suplicante la mirada al cielo y entonó. «En Escocia existe al menos un campo, que contiene al menos una oveja, uno de cuyos lados, al menos, es negro».