4. Ejercicios resueltos

Caso de estudio

Vamos a repasar la unidad a través de algunos ejercicios, partiendo de un fragmento de Niebla, una de las obras más conocidas y estudiadas de Miguel de Unamuno, y que representa un intento de innovación y renovación narrativa desde los presupuestos de la Generación del 98.

El fragmento corresponde al capítulo 31, cuando Augusto Pérez visita a Unamuno —convertido en un personaje más de la obra— porque ha leído algo suyo sobre el suicidio y quiere comentarle su idea tras el abandono de la muchacha que amaba. Ya en el capítulo anterior, en charla con su amigo Víctor, aparece el término "nivola" como parte de la vida del personaje. "—¡Hacer... hacer... hacer..! ¡Bah, ya te estás sintiendo personaje de drama o de novela! ¡Contentémonos con serlo de... nivola! ¡Hacer... hacer... hacer...! ¿Te parece que hacemos poco con estar así hablando? Es la manía de la acción, es decir, de la pantomima". Algo se adelanta a lo que ahora, enterado ya de su condición y abatido por las circunstancias, se va a saber abiertamente por boca de su autor, quien lo recibe en su despacho-librería. Leamos el fragmento detenidamente, teniendo presente las ideas estudiadas en el tema.

Imagen 1. Autor: mholm. Licencia Creative Commons

—¡No, hombre, no! —le repliqué—. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estás ni muerto ni vivo.

—¡Acabe usted de explicarse de una vez, por Dios!, ¡acabe de explicarse! —me suplicó consternado—, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que temo volverme loco.

—Pues bien; la verdad es, querido Augusto —le dije con la más dulce de mis voces—, que no puedes matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, ni tampoco muerto, porque no existes...

—¿Cómo que no existo? —exclamó.

—No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.

Al oír esto quedóse el pobre hombre mirándome un rato con una de esas miradas perforadoras que parecen atravesar la mira a ir más allá, miró luego un momento a mi retrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fue recobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estaba arrimado frente a mí y, la cara en las palmas de las manos y mirándome con una sonrisa en los ojos, me dijo lentamente:

—Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice.

—Y ¿qué es lo contrario? —le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.

—No sea, mi querido don Miguel —añadió—, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...

—¡Eso más faltaba! —exclamé algo molesto.

—No se exalte usted así, señor de Unamuno —me replicó—, tenga calma. Usted ha manifestado dudas sobre mi existencia...

—Dudas no —le interrumpí—; certeza absoluta de que tú no existes fuera de mi producción novelesca.

—Bueno, pues no se incomode tanto si yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Vamos a cuentas: ¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino más reales que Cervantes?

1. Argumento e interpretación del fragmento

El asunto del texto gira en torno a la idea de la existencia real del personaje. Augusto, que ha leído la obra de Unamuno, llega convencido de su ser real a casa del escritor. Es este quien le desmiente y le hace ver cómo es creación suya.

Todo empezó para el protagonista, Augusto Pérez, cuando sale un día de su casa y se encuentra con Eugenia, de cuyos ojos se enamora. Empieza entonces un viaje de formación de una personalidad abúlica, que busca reafirmarse en la realidad mediante el amor. A tres días de la boda, la chica escapa con su antiguo novio, Mauricio, dejando sumido en la tristeza al pobre Augusto. Es entonces cuando comienza a buscar respuestas y visita a Unamuno. Allí descubre su secreto, que su vida de personaje de ficción está en manos del autor que lo ha creado y de los lectores que la recrean. A partir de aquí comienza un juego de espejos, donde la realidad se vuelve ficción y la presencia del autor no deja de ser un pretexto para justificar el argumento de la novela. Es aquí donde se encuentra la metanovela. Niebla es, entre otras cosas, una metanovela, porque reconoce su carácter de obra de ficción y así lo manifiesta de diversas formas: crítica y teorización literaria explícitas, supuesta libertad del protagonista, reflexión sobre el lenguaje... a la manera de Los monederos falsos (1926) de André Gide o de la posterior El tambor de hojalata (1959) de Günter Grass.

Pero en la obra de Unamuno entra en juego, además, una idea existencial y metafísica muy propia de don Miguel, al relacionar al autor con un dios creador (semejante al concepto de "demiurgo" de Valle-Inclán) y al personaje como un ser humano, ente de ficción protagonista de una novela.

Augusto muere porque así estaba escrito: "No puede ser, pobre Augusto -le dije cogiéndole una mano y levantándole-, no puede ser! Lo tengo ya escrito y es irrevocable; no puedes vivir más. No sé qué hacer ya de ti. Dios, cuando no sabe qué hacer de nosotros, nos mata. Y no se me olvida que pasó por tu mente la idea de matarme..."

2. Ejercicios sobre el texto

a) ¿Cómo se caracterizan los personajes que intervienen?

b) ¿Qué tema plantea el diálogo de los personajes?

a) La caracterización de los personajes en el fragmento se realiza mediante el diálogo, es decir, como había adelantado en el capítulo anterior Víctor Goti, "hablando", que en el contexto de la novela equivale a "hacer". Los personajes de "acción" de Baroja se transforman en Unamuno en personajes de "palabras". Así, pues, estas son las claves para entenderlos. No importan tanto qué hacen, cómo se relacionan, sino qué dicen y cómo lo dicen.

De esta manera, el fragmento recoge la conversación de Augusto con Unamuno, la de un autor con su personaje. Sabemos entonces quiénes hablan. También sabemos de qué hablan. ¿Se trata de un monólogo reflexivo del propio don Miguel sobre cómo debe trazar la acción de su personaje? Para responder a la pregunta tenemos entonces que observar cómo habla cada uno de ellos. Y en este sentido vemos que no hay una diferencia sustancial ni en el tono ni en los elementos textuales empleados. Si bien Unamuno se presenta con fórmulas constatativas, donde de nada sirve preguntar si es verdad o mentira. Este lenguaje, por ejemplo, es el empleado por Jesús con sus discípulos en el Nuevo testamento: "ahora te digo que no estás ni muerto ni vivo". Aunque no siempre es así, y en un momento dado, aunque corto, Augusto llega a tener el control de la situación ("—Y ¿qué es lo contrario? —le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia").

Lo normal que esta posición discursiva sea adoptada por Augusto, que se presenta a través de actos de habla expresivos (preguntas, exclamaciones) y se caracterice, de esta manera, como un ser vulnerable y humano.

b) El tema del fragmento, curiosamente, se aleja en parte del tema central del libro, los amores desgraciados de Augusto. Aquí el tema es de origen metafísico y teológico: el hombre como sujeto real, capaz y con libre albedrío. El fragmento no dista así mucho de una reflexión filosófica existencialista, que adopta ahora un planteamiento más didáctico: el diálogo. De ahí que la estructura textual no avance sino que sea de tema recurrente. Esto es: cualquier idea novedosa dicha por un personaje u otro siempre llevan al mismo tema. Si en el punto anterior Unamuno quería distinguirse de la narrativa barojiana, aquí coincide plenamente con él al entender la novela como un soporte permeable para introducir cualquier fórmula y tema, convirtiendo su relato en casi un diálogo platónico sobre la existencia humana.

3. Gramática

Analiza sintácticamente la siguiente oración:

Acabe de explicarse, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que temo volverme loco.

La frase ofrece cierta dificultad para su análisis, aunque si partimos de su núcleo verbal principal, es decir, de aquel que no tiene ningún tipo de nexo previo, puede resultar accesible. Este núcleo verbal es el que conforma la proposición principal: "Acabe de explicarse". Como se observa, él mismo presenta una estructura compleja basada en una perífrasis aspectual terminativa. El problema lo plantea la partícula enclítica "-se" en "explicarse". La mayoría de las veces, la partícula puede situarse en distintos lugares de la perífrasis dando al acto de habla diversa significación. En este caso se sitúa en posición final al verbo que pertenece, convirtiéndolo así en reflexivo pues el pronombre se adapta al sujeto del verbo, aquí, como se trata de una forma imperativa, se trata de una fórmula de cortesía, "usted", que concuerda con el verbo en tercera persona del presente de subjuntivo, forma que toma prestada el imperativo al carecer de ella.

El verbo principal se complementa con una proposición subordinada circunstancial causal (anexada con la conjunción "porque") en función de complemento circunstancial de causa. Es esta proposición subordinada la que contiene la mayor parte de los elementos subordinados de la oración. El primero que observamos es el introducido por un nexo aparentemente discontinuo "tales... que" de tipo consecutivo. Todo ello forma parte de un predicado nominal que parte del verbo copulativo ("son") cuyo sujeto, por un desorden sintáctico, se sitúa dentro de la consecutiva ("las cosas"). En realidad la proposición quedaría "las cosas... son tales que ...". Visto esto, hay que observar que este sujeto conlleva, a su vez, una proposición subordinada adjetiva en función de complemento del nombre "cosas", unido al verbo subordinado por el pronombre relativo "que".

La subordinada adjetiva presenta una nueva dificultad: la coordinación de dos elementos verbales en una perífrasis aspectual durativa. Quiero decir que, motivada por la economía lingüística, la expresión se ha coordinado en su forma no personal, obviando el auxiliar en la perífrasis: "estoy viendo y oyendo". El predicado nominal se concluye con un complemento circunstancial de tiempo.

La última parte de la consecutiva, introducida por la conjunción "que" contiene una subordinada de infinitivo completiva (de complemento directo del verbo "temo",) cuyo sujeto elíptico en primera persona se encuentra en la morfología verbal. El predicado de la completiva es también nominal, basado en un verbo semicopulativo "volverme" y un atributo, núcleo de este predicado nominal, "loco".

En esquema, el análisis sintáctico queda:

4. Verbos de expresión

En el texto hay muchas expresiones referidas a verbos de expresión. Distingue el significado de estas que te proponemos:

Replicar.
Suplicar.
Explicar.

5. Contenido

Analiza la evolución de la novela anterior a 1936.
¿En qué consisten las innovaciones narrativas de este periodo?
Características generales de la narrativa de Unamuno.

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